Monólogo fantasmal

   El David de Miguel Ángel viene caminando hacia mí, pero sin mirarme. Tiene una especie de hocico negro de metal que es como un dispositivo, pienso, de seguridad que le han adicionado junto a los demás dispositivos (sigo conjeturando) que permiten que la escultura camine… Debo hacerme a un lado para que pase. Es un robot. El robot más hermoso del mundo.
   Por dentro la galería de arte es como una cueva pequeña, fresca y oscura. Me sorprende porque no es como había visto que era en las fotos. Ni siquiera se parece a una galería de arte.
   Sin darme cuenta me despierto allí, tendida sobre algo. Intento hablar pero no puedo. Tampoco puedo moverme. Quiero gritar pero no tengo voz. Miro la pequeña cúpula que se cierne sobre mí y confirmo que estoy muerta.
   Tal vez estoy muerta hace varias horas y las últimas experiencias vividas no fueron exactamente “vividas”. La muerte se me confunde con el sueño hasta tal punto que no entiendo como no existe un verbo para la muerte. Un verbo equivalente a “soñar” o “vivir”. Que signifique algo así como “estoy experimentando activamente la muerte”.
   Pero claro, ¿a quién se lo va a decir uno? No hay nada más solitario que esto. Hay otras personas o seres, pero no son auténticamente fantasmas que podrían hacerme compañía o al menos compartir estas absurdas y surrealistas experiencias. Son producto de mi imaginación, como todo lo demás. Y entonces ¿yo? Yo existo en mi muerte. Mi muerte es lo único que existe para mí y no puedo experimentar nada por fuera de ella. Es mi realidad. Y si puedo imaginar, entonces existo (gracias, Descartes).
   Cuando uno está vivo a veces el gran dilema es si la realidad depende de uno (“todo está en tu mente”) o no. Acá en la muerte es lo mismo, pero con la diferencia de que parece más evidente la primera opción que la segunda.
   Y ahora sí cabe preguntarse si hay algo más después de la muerte. ¿Moriré de esta muerte para despertar en otra vida-muerte? ¿Habrá otros niveles más de existencia? ¿Se superpondrán los niveles de existencia o, llamémosle dimensiones? Y la última y gran pregunta que me hago: yo que soy un fantasma ¿creo en ellos?


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