Cerré “Pedro Páramo” y me dormí al instante. Me desperté de golpe porque dos
gatos entraron repentinamente rompiendo la parte inferior de la puerta.
Entraron uno tras otro de un salto y dando un maullido. El primer gato era la gata
de casa, mi gata Renata; el segundo era el gato gris, su novio. Pero había algo
que no tenía sentido ¿cómo pudieron romper la puerta? Un gato no puede romper
una puerta, y dos tampoco. Dos gatos. No
dos puertas. Me
quedé sin respirar. Literalmente. Claro, era sólo un sueño...finalmente me desperté con el fin
de comprobar que respiraba, es decir, de comprobar que no estaba muerta. Después, me volví a dormir...
FIN.
FIN.
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