Sueño




Tuve un sueño en el que vagaba por la ruta de una ciudad onírica hasta que llegaba a un edificio antiguo y entraba por curiosidad.  Había un salón lleno de instrumentos musicales. Por una puerta aparecieron muy apuradas mi mamá y su amiga Sandra, me dijeron que estaban buscando a un contrabajista. En medio segundo me disfrazaron de contrabajista y me sacaron una foto. –nos reímos del disfraz y de la situación.  Aunque después pensé “m…no me queda mal” y me fui a ver que más había en ese lugar, pensando en tomar clases de contrabajo. Me encontraba con mi amigo Lea (él toca el violín en la vida real) estaba preparando “cosas” antes de empezar a tocar. Evidentemente el lugar era un teatro y yo había entrado por la parte de atrás. Lo saludé, lo vi muy ocupado, no lo quise interrumpir así que me quedé, primero, a un costado; después, me senté debajo de un piano. Ya que estaba, me tiré un rato a descansar. Cerré los ojos. Al costado de mi cabeza, del lado derecho, había una caja abierta con un montón de libros chiquitos con nombres de canciones de música clásica y arlequines en sus tapas. Abrí los ojos y los ví. Pensé que era una lástima no saber leer música, pero de todas formas abrí uno y para mi sorpresa había un poema de Cortázar. Ojalá me lo acordara. En realidad, no era un verdadero poema de Cortázar, lo inventó mi inconsciente, pero era parecido a  “De vuelta del paseo donde junté una florecita…” y “…por ese Buenos Aires…por  ese siempre mismo –buenos Aires…”. No lo conocía y pensé en googlearlo cuando llegara a mi casa. Cerré el librito. Lea y los demás músicos afinaban sus instrumentos. “No me pienso mover de donde estoy- pensé-  estoy cómoda y no molesto”. Se abrió el telón y me di cuenta de que estaba en el escenario. Todos estabamos en el escenario.  Ya era tarde, si me levantaba y me iba era peor. Además, desde abajo del piano se escuchaba muy bien la música, mejor que desde las butacas, asi que volví a cerrar los ojos.

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