No creo en el destino


...Escucho un ruido apenas perceptible. No me animo a asomarme o pienso que no es nada. El ruido casi imperceptible permanece. Otra voz, ajena, me insta a que me asome. Al abrir la puerta descubro a la muerte tejiendo telas de araña.
Transformada en araña se va rápidamente por la pared. Sus patas son muy largas, a rayas negras y blancas. Pero hay algo más: me queda palpitando la sensación de que hay algo de ella en mí, o de mí en ella...


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