Otro hombre perdido por Kandinsky


El padre de las niñas las lleva a la escuela de la Catedral en su enorme moto con la que anda entre barro, charcos y demás…Atraviesan los campos. Las niñas siempre vivieron en la ciudad y no conocían ningún gallinero. El padre les contó las reglas del lugar: los gallineros por esa zona estaban muy bien cuidados por perros enormes y asesinos. El ladrón de gallinas podía robar las gallinas que quisiera, pero solo teniendo un plan para evadir perros. Las niñas no podían creer que una gallina valiera tanto. Y allí iban en la moto. Él con un sobretodo marrón que volaba como la capa de un superhéroe.
En un momento del viaje quiso mostrarles a sus hijas un gallinero. Al ser experto en el tema, conocía formas de entrar evadiendo perros. Se desvió del camino entonces, y se cruzó con un ave de rapiña que los acompañó hasta la entrada de un gran galpón. Allí había esqueletos, calaveras, fémures…se veía que era un lugar abandonado...
Las niñas, asombradas y asustadas a la vez por estas cosas que va dejando la muerte, bajaron de la moto y siguieron a pie. Llegaron por fin a la boca que conducía al gallinero, la otra entrada por donde no había perros.
Entraron.
Las niñas por primera vez vieron gallinas.
Una de ellas, por simple curiosidad o descuido, rompió una de las maderas con las que estaba hecha la puerta que daba al campo y a los perros, que enseguida vinieron y empezaron a ladrar desesperados de furia. La niña rompió en llanto, pues no podía sostener la puertecita. El padre mandó a sus hijas a que pidieran ayuda y se quedó tratando de que la puerta no dejara paso a los perros-muerte. Ni bien salieron hacia el gran galpón de las calaveras se encontraron con dos hombres que venían debido al escándalo. Uno rubio, el dueño del gallinero, y otro negro con sobretodo, el policía. El rubio llegó hasta donde estaba el padre, pero en vez de sostener la puerta del gallinero o de persuadir a sus perros para que se tranquilizaran,  quería dejarlos entrar. Y las niñas lloraban desesperadas pidiéndole a gritos al policía que no matara a su padre, que no era un ladrón, solo quería mostrarles un gallinero. El policía no sabía qué hacer...

Finalmente le pegó cuatro tiros al dueño del gallinero directo al corazón. El padre recibió uno por descuido y tambien cayó al suelo. Los perros automáticamente desaparecieron.
FIN.

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